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Más que un sentimiento, una decisión

today16 de febrero de 2021 79 2

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Conduciendo rumbo a la oficina, la radio del auto iba encendida acompañando el trayecto. Los locutores del programa matutino introdujeron en su conversación el tema del amor, que, aunque sonara muy cliché, era el tema del momento en todas las emisoras, puesto que en los próximos días se celebraría el Dia de los Enamorados, fecha que en la mayor parte del mundo se celebra la festividad de San Valentín en honor a Valentín de Roma, quien a escondidas del emperador Claudio II casaba a los jóvenes soldados romanos con sus respectivas damas, por lo que dicha fiesta se relaciona con el amor y la afectividad. La primera pregunta que saltó al aire para los radioescuchas fue la famosa definición del amor, y mientras que los oyentes llamaban o mensajeaban para interactuar y aportar lo que a su buen entender significa el amor, los conductores del programa también fueron aportando sus ideas. Para resumir, la mayoría de las definiciones dadas convergían en que el amor es un sentimiento que despierta el deseo de bienestar y afecto por otra persona con quien se elige compartir los caminos de la vida.
Ante esta definición es completamente comprensible que hoy en día muchas relaciones que se juran amor eterno lleguen a darse cuenta de que lo eterno tiene una fecha de finalización, que esa eternidad llega un momento en que ya no es tan eterna, que había sido tiene una fecha en la que expira y esto es lógico de suponer, porque si partimos de la definición de sentimiento que nos da el diccionario, vemos que el mismo consiste en el estado de ánimo o disposición emocional hacia una cosa, un hecho o una persona, y como sabemos que el estado de ánimo de los seres humanos es fluctuante, es de suponer que en algún momento ante las adversidades de la vida, ese estado de animo o “sentimiento” pueda llegar a cambiar de dirección. De lo que hoy nos es de interés, mañana no queremos saber nada.
En otras palabras, si el amor es un sentimiento, entonces resulta muy difícil poder cumplir con el mandamiento divino de que lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe (Mateo 19:6), pero, puede entonces Dios haberse equivocado? Puede que realmente el amor no dure para siempre?
En realidad, ocurre que los que estamos equivocados somos nosotros, porque partimos de una definición errada de lo que es el amor y es que este no es un sentimiento, es una decisión, y para ello debemos partir de como lo define el Apóstol Pablo en la 1° Carta a los Corintios. Nos dice que el amor es sufrido, benigno, que no es envidioso, no es jactancioso, que no se envanece, ni hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, ni guarda rencor, y no se goza de la injusticia, sino que por el contrario se goza de la verdad. Nos dice que el amor todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta, por lo que el amor permanecerá para siempre, aun cuando se acaben las profecías, las lenguas y las ciencias (1 Corintios 13:4-8 parafraseado).
Deteniéndonos a meditar en cada una de estas características citadas por Pablo y que según él describen al amor, notamos que ninguna de ellas implica un sentimiento o un estado de ánimo, sino que por el contrario implican una decisión, llevan implícita la voluntad de aceptar que la persona amada no es perfecta, aceptar que van a existir diferencias o puntos de conflicto y cosas que no sean de nuestro agrado, pero aun así tomamos la decisión de seguir a lado de ella, porque estamos dispuestos a soportar sus particularidades.
La primera parte del capítulo 29 del libro del Genesis nos relata la historia de cómo Jacob se enamoró de Raquel, y por quien trabajó arduamente siete años con su tío Labán. Cuando por fin se cumplió el tiempo y uniría su vida a su amada Raquel, se llevó la sorpresa de su vida al darse cuenta de que se había casado con Lea, la hermana mayor, de quien él no se había enamorado y que además no era tan agraciada como aquella, lo que le implicó otros siete años de trabajo para poder obtener a Raquel como esposa (Genesis 29:1-30).
Podemos aprender mucho de Jacob en cuanto a su actitud tanto con Raquel como con Lea, con quienes estuvo casado hasta que la muerte lo separó de ambas (Genesis 35:16-20, Genesis 49:31), y es que todos nosotros en algún momento nos identificaremos con él, puesto que en nuestra vida de pareja existirán situaciones en que estemos casados con Lea (la menos agraciada) y en otros en que esa misma pareja se convertirá en Raquel (de quien nos enamoramos) y viceversa. Entonces llegado el momento, cómo actuaremos? Nos guiaremos como el mundo define al amor, es decir por nuestros sentimientos, o lo haremos a la manera de Dios, tomando la decisión de amar a nuestra pareja hasta el final de nuestros días?

Escrito por Osvaldo Montorfano

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